No todo es tan malo como parece.

Vivimos un shock sin precedentes con efectos devastadores a nivel sanitario y económico. Se trata de una crisis global y simultánea. Afecta a todos los países y, además, al mismo tiempo.

Pero también se trata de una crisis transversal. Afecta a todas las clases sociales sin excluir ricos y poderosos, que también han padecido el coronavirus, como Boris Johnson o Donald Trump.

La crisis de 2020 vs la crisis del 2008

La crisis anterior, la del 2008, fue una crisis financiera caracterizada por los rescates financieros, la austeridad económica y mucha deuda pública. En esta crisis, la del corona, también va a ver deudas… y muchas.

En la crisis financiera del 2008 prácticamente no existía el smartphone  (ya que el primer iPhone fue lanzado por Steve Jobs en el segundo semestre de 2007), las compras a través de internet no estaban extendidas y  las empresas dedicadas al delivery eran incipientes, no sufrimos estados de alarma, confinamientos, restricciones horarias o zonas perimetradas. 

Con la pandemia pasamos más tiempo en casa. Hemos convertido  al hogar en el epicentro de nuestras vidas,  por tanto, nuestros hábitos han cambiado.

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Sin embargo, no todo cambio ha sido taaaan malo.

Recordemos que en España y antes del COVID-19, el comercio online era escaso, pero, ahora, se ha multiplicado exponencialmente la venta online a través de los marketplace, dando lugar a un avance sin precedentes en robótica y análisis de datos necesarios en la industria, la logística y la gestión de transporte para satisfacer las demandas de los clientes.

Pero también estamos apostando por lo local. Nos hemos dado cuenta de que no todo lo grande es bueno y que la globalización ha traído la escasez de mascarillas, respiradores, etc.  y por ello hemos comprendido que debemos ser más solidarios y apoyar al sector primario en la cadena de suministro.

Ahora la sociedad es más exigente con sus políticos y pone en valor a la empresa. Éstas han tenido que reinventarse para darnos apoyo durante 2020 y 2021 y cubrir la necesidad de productos necesarios, fabricando respiradores, mascarillas, EPI’s, geles hidroalcohólicos, transporte…

La próxima crisis será de carácter medioambiental, y lo sabemos.

Llevamos mascarillas igual que llevamos calcetines, somos conscientes de que las nuevas herramientas digitales son necesarias, que forman parte de nuestras vidas cotidianas y además nos preocupamos mucho más por la salud y la sostenibilidad porque sabemos que la próxima crisis será de carácter medioambiental.

Pero, ¿y los Recursos Humanos?

En este contexto Recursos Humanos trabaja para que las todas las empresas, ya sean líderes, pequeñas o jovencísimas start-ups, avancen y se desarrollen. Para que todos nosotros volvamos a las organizaciones con LA MEJOR VERSION DE NOSOTROS MISMOS, mejorando  las competencias técnicas referidas al desempeño excepcional, las competencias digitales y las competencias personales de todos nuestros colaboradores y colaboradoras.

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En definitiva, Recursos Humanos ha evolucionando hacia un nuevo Modelo de Empleados y de Empresa que ayuda en este nuevo entorno de volatilidad, de incertidumbre, de complejidad y de ambigüedad por los cambios constantes. Ha implantado modelos de organizaciones más simples e interconectadas, donde los equipos ganan en protagonismo, en un entorno en el que la agilidad y la innovación sea la columna vertebral de la estrategia común.